Palabras de la profesora Inés Noguera

Muy buenas tardes a todos los presentes en este acto, en que la institución hace un alto para homenajear a dos personas tan queridas por todos nosotros, autoridades, docentes, egresados, alumnos y ex alumnos del Lenguas Vivas.

Haciendo honor a la concreción que me pidiera la profesora Nélida Sosa a quien le agradezco por esto, quiero manifestar mi satisfacción por estar aquí en este homenaje tan merecido a la profesora Martha Alpern y al profesor Carlos Luis.

Dado que fui su alumna, allá por los años '80, es que vengo a rendirle homenaje a la profesora Martha y por sobre todas las cosas lo primero que se me ocurrió destacar fue su calidad humana, su dedicación y entrega en cada una de las actividades que realizó en este ámbito tanto en lo académico como en lo cultural y por cierto, y en forma especial, su pasión por la docencia que nos contagió.

Si me permiten les quiero contar que salí en el año '86 de esta casa formada con el título de profesora y que fueron muchos los docentes que tuve el agrado de conocer y que llegué acá casi por una aventura nacida del entusiasmo, había viajado a Brasil reiteradas veces y siempre regresaba enamorada de su cultura, de su alegría, de su ser tan espontáneo.

Pero claro, comenzar el profesorado fue mucho más allá de eso, y tuve la suerte de toparme con un grupo de profesores que representaban una verdadera comunidad, con grandes inquietudes que me supieron transmitir y es entonces cuando se produce en mí esa toma de decisión que luego fuera tan importante en mi vida profesional de decir sí, este es mi lugar, esto es lo que quiero hacer, amén de que, ya salida de esta casa haya continuado otros estudios superiores, pero siempre ligados a la educación y a los idiomas por sobre todo.

Acá es donde talla la figura de la profesora Martha, y seguramente aquí fue también donde ella plasmó sus conocimientos que luego los supo legar tan maravillosamente.

Sus clases se caracterizaban por dos notas fundamentales: lectura y participación con el impulso incentivador de talleres, representaciones, etc. y es ahora cuando recuerdo esas tardecitas leyendo y analizando esa maravillosa obra que es "Casa Grande & Senzala" entre otras, y con mi entonces única compañera Ana Toscano quien desde hace 18 años vive en la ciudad de Porto, en Portugal.

En esos años cursábamos las dos solitas, Anita y yo, luego vino el auge del Mercosur y el portugués creció vertiginosamente.

Su ambición de extender sus conocimientos y sus inquietudes culturales fueron más allá del aula, guardo en mi mente fructíferas, encantadoras y entretenidas charlas en nuestra cantina.

Les quiero decir que si estoy acá es porque siempre la recordé y la recuerdo con muchísimo cariño, la satisfacción que me produjo en su momento, cuando la profesora me invitara a coordinar dos de sus aulas a las que ella no podía concurrir por motivos que ahora no recuerdo.

Dejó su impronta personal y su estilo propio y en concreto lo hizo en el sentido  que le preocupó el lenguaje, pero no sólo en el sentido verbal en el que se venía trabajando, sino fundamentalmente en el lenguaje icónico, integrando ambos como una concepción didáctica de la comunicación.

En síntesis, creo poder decir que a la profesora Martha Alpern le tributamos un homenaje de cariño, afecto y reconocimiento.

Para todos los que estamos aquí, estoy segura es un referente en el ámbito educativo.

Dado que una profesora llena de empatía y de buen hacer es insustituible, nuestra gratitud representa el reconocimiento y nuestra exigencia con las más honda dedicación a la verdadera docencia e investigación.

Abriste un camino Martha para nosotros que se extiende como horizonte sin límites.

Finalmente, y para cerrar, quiero decirles que mantuve con ella una relación corta pero muy valiosa y es por eso que estoy segura de que su herencia es todo esto, sus alumnos, su gente, ese clima que fue tan suyo, este sentimiento de gratitud que todos tenemos.

¿Podemos premiarla con un fuerte aplauso?

Muchas gracias,

Inés Noguera