Palabras de Patricia Franzoni

 

Al poco tiempo de mi llegada al Lenguas, en 1993, empecé a encontrarme con José Luis en diferentes tipos de reuniones institucionales: de departamento, de diseño de planes de estudio, o para conversar sobre las clases que dictábamos, cada semana, en el Profesorado en Portugués de la UNNE, en la ciudad de Resistencia. El inicio del MERCOSUR generaba preguntas y proyectos y desencadenaba en el seno del Profesorado en Portugués del Lenguas –en el que yo también era extranjera-, planteos y resignificaciones acerca del sentido de la enseñanza del portugués en el sistema formal y el lugar social que los docentes debían –debemos- asumir. Yo todavía no había leído a Revuz, pero hoy sé que José Luis veía la cuestión de la lengua extranjera como ese deseo de otro lugar del que ella habla; lugares otros que se traducen, por ejemplo, en su respeto por la multiplicidad de variedades del portugués brasileño y lusitano, o en su consideración de la libertad como “contenido mínimo” ineludible para garantizar la formación de docentes dispuestos a asumir el compromiso social de educar y luchar por la democratización del saber. Al ver a Nélida directora de carrera, a Ivonne comprometida con la educación de adultos, a Graciela a cargo de las prácticas, a María José y Gabriela como miembros de la Comisión Académica de los CLE de portugués en el Gobierno de la Ciudad, a Marco Antonio como referente de Portugués en el Ministerio de Educación de Nación, o a Marcelo, referente de traducción en la UBA, sabemos hoy que las convicciones de José Luis florecen de la mejor manera que él hubiera elegido: a través de sus queridos ex–alumnos.

 

Patricia H. Franzoni

2007